dissabte, 15 de desembre del 2007

Ni animositat, ni ironia mordaç, ni sectarisme


Els últims fets relacionats amb els mitjans de comunicació públics i la censura i les ganes de crear discòrida entre el poble valencià m’han impedit fer-me eco de la pastoral d’advent que ha escrit Mons. Uriarte, bisbe de la Donostiako elizbarrutia o diócesis de San Sebastián.

Una pastoral titolada molt oportunament “La esperanza vence al miedo” i que recomane vivament que es llegixca i medite. Al final d’esta carta d’advent –el temps que es dedica a preparar el naixement de Jesús-, mons. Uriarte es referix als mitjans de comunicació de l’Església amb paraules sàvies.

No vull deixar passar l’ocasió de copiar estos tres paràgrafs (la negreta és meua):

Los Medios de Comunicación Social tienen, en nuestro mundo, un enorme potencial configurador de la mentalidad, de la sensibilidad y de la conducta de los ciudadanos. La realidad engendra noticias alentadoras y preocupantes, incluso terribles. Es normal que la prensa refleje también estas últimas. No puede escamotear su servicio a la verdad. Pero la moral de un pueblo es un gran tesoro que es preciso preservar. Si por motivos comerciales o servidumbres ideológicas se describen y comentan de manera reiterada y duramente sesgada los aspectos sombríos de la realidad, el ánimo de los ciudadanos se encoge y, lejos de sentirse estimulado, puede ir hundiéndose en un derrotismo pasivo. El género literario preferente para generar esperanza no es el lamento ni el insulto, sino la propuesta constructiva.

Entre los hombres y mujeres profesionales de los Medios de Comunicación se encuentra un número apreciable de cristianos sinceros y convencidos. El sedimento activo de esperanza que anida en su alma creyente les ayudará a sostener y transmitir que las situaciones en las que vivimos, lejos de ser un callejón ciego, tienen una salida que hemos de buscar, labrar y pedir.

Los Medios de Comunicación de la Iglesia tienen el deber de ser ejemplares también a la hora de suscitar la esperanza. Muchos de sus escritos y programas son coherentes con este deber ineludible. Lamentablemente no todos. La Iglesia debe procurar que todos sus profesionales siembren concordia, respeto al diferente, serenidad valorativa. Estas actitudes nutren la moral de los ciudadanos. Debe asimismo evitar que ninguno destile animosidad, ironía mordaz, sectarismo. Tales comportamientos desmoralizan, desaniman y siembran desesperanza.”


El cardenal Martínez Sistach ja ha dit en públic que alguns dels programes de la Cope no s’adequen a l’ideari.

Mentre, jo no he pogut deixar de pensar en el “talibancito episcopal”.